viernes, 15 de febrero de 2013

Las Cruces- Tucson

Después de San Antonio, la siguiente parada que teníamos prevista era Tucson, pero como estaba bastante lejos y estamos ya saturadas de coche, hemos decidido hacer una parada intermedia.
No nos apetecía mucho parar cerca de Méjico, por si es un poco peligroso, pero nos han dicho que si te alejas de Juárez, tanto El Paso como Las Cruces son lugares seguros. Así que hemos ido a Las Cruces.

Menos mal que hemos hecho esa parada, porque el trayecto se me ha hecho horrible. Ha sido el día más pesado, sin duda: estaba incomodísima de estar tantas horas en el coche, tanto conduciendo como de copiloto, ya no sabía ni cómo ponerme, me dolí todo de estar sentada tanto tiempo…  Ya nos habían avisado y resulta que era verdad, Texas no tiene fin, vas conduciendo por esas carreteras en las que no hay nada y parece que no acaba nunca, se hace eterno…
Así que al llegar a Las Cruces hemos ido directamente a casa de Alanna, no nos apetecía ni dar una vuelta por la ciudad, sólo descansar.

Alanna y Nathan son una pareja muy bonica. Son treintañeros y viven ahí porque Nathan trabaja en El Paso, pero Alanna quiere volver a Austin o irse una temporada fuera, a un sitio donde se hable español para mejorar el idioma. Ella es periodista y trabaja para la NASA. Por lo que ha contado el trabajo tiene que ser un poco rollo, pero oye, trabajar para la NASA te da un glamour…
Tienen una casa muy bonita y la habitación que nos han dejado era genial, con un colchón viscoelástico y todo! Yo no daba crédito cuando me he tumbado ahí, que placer!
Hemos pasado una noche agradable, yo estoy tan cansada que ya ni me apetece hablar, así que al poco de cenar nos hemos ido a la cama a descansar.
Al levantarnos hemos salido hacia Tucson. En este tramo hemos vivido nuestro primer control policial. Muy raro, porque yo tenía entendido que los americanos son muy estrictos y sin embargo con nosotras la cosa ha sido así:
“do you have licence?”
“yes”
“you both?”
“yes”
“Ok, go on”
Nosotras ya cogiendo los bolsos para sacarlo y enseñárselo y el poli pasando. Pues vale… Tanto rollo con que había que tener un carné especial para conducir por Estados Unidos y ni se ha molestado ni en mirarlo! Si lo llego a saber ni me lo saco.
Hemos llegado a Tucson a mediodía y hemos dado una vuelta para buscar un sitio para comer. Estoy un poco flipando con las ciudades de Estado Unidos, porque son como pueblos, enormes, pero pueblos. No hay nada, están como desiertas, la zona centro son 4 edificios, pero no hay vida apenas. Nada comparable con cualquier ciudad europea, que tienen una actividad frenética.
Además aquí la gente no camina, va a todas partes en coche, con lo que no ves a gente por la calle ni nada. Tampoco usan el bus, porque es para pobres. Así que, como digo, todos en sus coches, con lo cual no ves vidilla por las calles, ni siquiera en el centro. A mí se me hace super raro.
Además Tucson es muy raro, porque estás en pleno centro pero son 4 calles y estás viendo montañas a tu alrededor. Montañas y cactus!!! Muy Arizona.
 
 











Para dormir hemos ido a casa de unos amigos de Laura, la de Austin: Mari Cruz y Alberto (nombre artístico: el verdadero es Herb, pero decidió cambiárselo porque en USA llamarte “hierba”, pues como que no…)
Son una pareja venezolana que vino aquí hace años. Viven con la madre de él y sus 3 hijos. Además él tiene una hermana más joven, Daisy, que es más inquieta y quiere viajar y hacer cosas…así que se moría de la envidia al ver el viaje que estamos haciendo nosotras.
Ellos son sudamericanos, así que son bastante tradicionales. Conciben la vida de otra manera, como más familiar. Todos tienen que vivir cerca de la madre, casarse y tener hijos jóvenes y esas cosas. Así que la pobre Daisy está ahí un poco fuera de lugar porque ella quiere hacer otra vida y su familia y sus amigos le meten caña con que tenga 37 años y esté soltera. Es muy guapa y muy maja, pero claro, la pobre, como va a encontrar novio viviendo en ese pueblo!! Si es que no hay nada ahí. Al llegar nosotras hemos dado una vuelta en coche para ver cómo era y es que no hay nada. Dos calles, literalmente, con alguna tienda, una gasolinera y una iglesia, nada más! Así no se puede hacer vida normal. Todo lo de alrededor son urbanizaciones y casas.
La de ellos es preciosa, enorme y súper cómoda.
Se nota que son unas personas muy amables y acogedoras, pero que tienen mucho dinero. Son los típicos inmigrantes que vinieron aquí en los 80, llevan toda la vida trabajando y han hecho mucha pasta. Sólo con ver su casa se nota, tienen unas comodidades que no he visto en muchos sitios. Y además hablan de que tienen otra casa en Austin, otra en otro sitio de Texas alquilada…en fin…que tienen pasta para aburrir. Pero eso no quita que sean humildes. Nos ha tratado como si fuéramos de la familia, súper cariñosos. Los niños son encantadores, sobre todo la mayor de 9 años, que es más rica… Nos ha cantado varias canciones tocando la guitarra y todo, porque ella de mayor quiere ser cantante, y tienen una voz preciosa la verdad.
Lo único que nos ha dejado flipadas es lo religiosos que son, que están todo el rato diciendo que Dios nos bendiga, que Dios nos cuida en nuestro viaje y, lo más impactante: que Dios nos va a traer un novio!!! Nosotras a veces tenemos que aguantar la risa, pero bueno…cada uno tiene sus creencias.
A la hora de la cena Alberto ha bendecido la mesa. Nosotras por no hacer un feo también hemos compartido la oración, aunque no hemos entendido nada. Es que ha sido hasta gracioso, porque él hablaba en inglés y medio entre dientes, así que sólo oíamos “whatchicomdisfraching… Paloma and Laia… therisfranjiworri… España… thanks God… Amén” Y nosotras “Amén”. Pero vamos…que ni guarra de lo que había dicho!
A pesar de eso hemos estado encantadas en su casa, son maravillosos y la casa es ideal. La verdad que hemos ido mejorando con el paso de los días y hemos estado con gente genial y en casas cada vez mejores. Menos mal, porque si hubiera sido al contrario hubiera sido un trauma!
Hoy último trayecto. Destino final Los Ángeles, California.

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