Ya han pasado 2 meses y medio. Parece que fue ayer cuando cogí el avión rumbo a Estados Unidos, pero no…hace más de 2 meses. Es extraño, porque por un lado parece que llevo aquí 7 años. A veces recordamos el inicio del viaje y pensamos “¿te acuerdas cuando estuvimos en Miami?”, como si fuera hace mil. Pero por otro se ha pasado volando el tiempo, así que no sé ni cómo sentirme. Ahora mismo me parece todo una broma, el hecho de haberme ido tan ilusionada y tener que volver con las mismas. Pero como en este país no me quieren porque soy una inmigrante sin papeles, pues a España que me vuelvo…qué remedio!
No sé qué voy a hacer cuando llegue a Madrid. Los primeros días voy a echar de menos tooooodoooo. Lo que más, sin duda, levantarme por la mañana y que me preparen el desayuno con un zumo de frutas natural…eso no tiene precio. Pero todo lo demás también, aunque sean tonterías, e incluso cosas de las que me he estado quejando. ¿Qué va a ser de mí sin esas “pequeñas” cosas? Como salir de casa sin tener que huir de la manager de los apartamentos, para que no nos pille viviendo en el piso de Lara y no quiera cobrarnos más alquiler. Y salir a la calle y no tener que agacharme modo “pozí” para esquivar las ramas de un árbol que hay en medio e impide el paso por la acera, pero que nadie poda, a pesar de que todos los días viene el “jardinero fiel”. Y dormir sin el ruido de los helicópteros sobrevolando tu casa toda la noche, como si estuvieras en el mismísimo Vietnam y vinieran los “Charlies”. Y no tener que buscar monedas de quarter como si fueran oro, porque son inútiles en la vida diaria pero básicas para la lavandería. Y no tener que ir por la calle esquivando a la gente que te quiere vender tours por Hollywood, que según ellos son “a lot of fun”, pero yo no le veo el sentido. Y no tener que huir también de Jack Sparrow, Batman y Spiderman, que te persiguen por la calle para hacerse fotos contigo, previo pago, of course. Y aún encima te dicen que sonrías, que estás en Hollywood. Pero si Hollywood es un truño! Y no tener la llamada de Iago a media tarde, para contarnos lo “afortunado” que es y las historias raras que le pasan al cabo de día.
Seguramente no voy a saber ni conducir, porque echo mucho de menos mi leoncito, pero ya me he acostumbrado al coche automático y ahora seguro que paro en un semáforo y se me cala. Aunque lo bueno es que ahora los atascos de Madrid me van a parecer un paseo, después de haber visto la que se monta en L.A.
Y tampoco me voy a aclarar con el dinero, porque ya me he acostumbrado a los dólares y ahora los euros me parecen de coña, como del Monopoly.
Y mil detalles más…
A pesar de todo ha merecido la pena, aunque sea sólo por la experiencia y por la gente que he conocido en el camino. Es un viaje único en la vida que recordaré siempre. Me será imposible olvidar ese año en el que no tuve invierno (y no puede utilizar mi plumas y mis UGG!!!).
A veces buscamos una salida y la seguimos aunque no sepamos a dónde nos lleva. Y este viaje era mi salida. Ha sido un recorrido lleno de altibajos, como es la vida misma…sin más. No se trataba de desaparecer, sino de hacerse a un lado. El 10% de las cosas que nos suceden en la vida no las controlamos pero el 90% restante sí, porque, en realidad, son las consecuencias del primer porcentaje. Es decir, la mayor parte del tiempo transcurre en función de nuestras reacciones. Así que tengo que reaccionar y volver a mi vida, pero con energías renovadas. Porque cada vez que das un paso hacia delante se te abren muchas puertas y nunca sabes qué hay detrás. Incluso a veces el no conseguir lo que quieres es un sorprendente golpe de suerte. Quizá de todo esto, en un futuro cercano (o no) sale algo bueno que yo ni he imaginado hasta ahora.
Lo importante es intentarlo. No todo lo que uno se propone en la vida lo consigue, a veces las cosas no tienen que ser y no son. Pero todos los intentos son un éxito. Unas veces ganas y otras aprendes. Si quieres algo de verdad no has perdido el tiempo si tras intentarlo fracasas. Esos intentos te construyen. Es fascinante fracasar sin arrepentirse absolutamente de nada. Todos cometemos errores que nos hacen crecer. Y seguimos creciendo.
Mi mayor error siempre ha sido encajar finales, dejando puertas abiertas y lo inevitable pospuesto. Pero este final tengo que empezar a asimilarlo ya. Me lo voy a tomar como “a scratch in my dreams”. Me queda grande. Los imposibles también existen. Pero aunque me canse, o vengan miles de días grises, o quiera rendirme, tendré que decir que no a los miedos y seguir adelante. Porque lo difícil merece la pena, pero lo imposible más todavía.
Esta no era mi parada en la que tengo que bajar. No pasa nada. Vete tranquila,… sigue,…busca otro mundo,…vive. Vendrán cosas nuevas…y buenas también.
Última línea. The end. Historia acabada. Punto.